LA COSTA NOSTRA Y SAN ANDRÉS II

Laura Ardila Arrieta en un conversatorio hoy en Barranquilla.

Analizando el “éxito” del charismo en Barranquilla y en el Departamento del Atlántico podría sintetizarse en un clan de negociantes visionarios que encontraron un terreno fértil y abonado para capturar el Estado y la Administración Pública y crear una gran empresa comercial, política y clientelista en una ciudad deteriorada y saqueada durante varias décadas por otros negociantes de la cosa pública.

La diferencia radicó en parte en que el Clan percibió que sus negocios sólo podrían perdurar si Barranquilla como Distrito y el Departamento creaban unas condiciones mínimas de las cuales carecía; mientras que el interés de quienes los antecedieron fue saquear todo sin dejar nada hasta tal punto que la ciudad entera se encontraba colapsada.

Barranquilla, desde la Calle de Las Vacas hacia arriba había sido una ciudad pujante con un trazado urbano y una arquitectura interesante, arborizada y floreciente que había perdido su señorío. Triste y lamentable el “Sur era el Sur”, y entre el Cura Hoyos y los Char lo supieron transformar y conquistar.

Doy testimonio cuando regresé como perenne visitante, que en Barranquilla casi nada funcionaba.

Las calles rebosadas de basuras y aguas negras. Los arroyos sin canalizar que hacían estragos. La red hospitalaria en condiciones lamentables se encontraba intervenida y la “gastro” como titulaba la prensa local a esa infección intestinal -Gastroenteritis -que en condiciones aceptables de una prestación médica en un centro de salud u hospital de primer nivel se cura en cuestión de días o semanas, se había convertido en algo letal para decenas de niños que morían sin siquiera tener la más mínima atención médica u hospitalaria.

Barranquilla aún siendo ciudad grande se parecía en lo público a lo que es hoy San Andrés. Una tierra abonada y fértil para quien quiera seguir destruyéndola, o también para quien tenga una visión que permita sacarla del hoyo oscuro en la que se encuentra. O siquiera que lo intente.

Pero los Char no son ni ángeles ni querubines: mejor dicho: no son como muchos piensan, ningunos angelitos. Y todo lo que en su libro “La Costa Nostra” relata Laura Ardila Arrieta así lo demuestra.

Veamos, entonces, algunos pasajes del libro en donde frente a la Isla de San Andrés solo cambia el guión, el escenario y los personajes. Pero, al fin y al cabo, angelitos todos. Yo diría, y por qué no? Diablitos todos.

Todo arrancó….

Capítulo 3 del libro.

“Todo arrancó cuando la administración del Cura Hoyos presentó al Consejo dos proyectos al mismo tiempo: uno para que le permitieran ampliar por otros veinte años la concesión que tenía la empresa mixta de servicios públicos “Triple A”que había sido creada en el 91 a instancias de un grupo de empresarios con liderazgo cívico e incidencia en la Cámara de Comercio, para resolver el caos de las empresas públicas municipales. La otra propuesta era para que los concejales autorizaran al alcalde licitar y contratar hasta por veinte años una modernización del recaudo de los impuestos.

De entrada, ambas iniciativas eran llamativas y polémicas, por decirlo menos. La primera porque aún quedaban 13 años para que terminara esta concesión de la “Triple A” y no suele pasar que un negocio de esos se prorrogue cuando falta más de la mitad del plazo del contrato vigente. Y la segunda porque se trataba, en la práctica, de una concesión disfrazada del cobro y la administración de los tributos, función que por ley el Estado no puede delegarle a ningún privado.

Los dos proyectos fueron radicados y aprobados exactamente en el transcurso de los mismos cuatro días de mayo de 2000. Siguiendo su fórmula, varios de los angelitos intentaron negociar burocracia a cambio de votarnos positivamente. Al principio de la administración, habían tenido un desayuno con el Cura en el que Miguel Amin, concejal de ese Combo, le advirtió al mandatario:

-Padre, ¿usted ha visto una nevera gigante que hay en el Concejo? Bueno, allá le vamos a meter todos los proyectos que nos presente.

Según el relato de tres de aquellos concejales, el Yuyo Daes se movió y empezó a hablar concejal por concejal para conseguir los apoyos necesarios a las dos iniciativas. En medio de esa puja, los veintiún concejales de la ciudad se dividieron en dos coaliciones, cada una con su propia mesa directiva.

La discusión fue en sesiones a puerta cerrada, sin barras ni periodistas, en la sala de juntas del noveno piso de la alcaldía, como si se tratara de reuniones del gabinete del alcalde. En medios y en corrillos políticos la llamaron << la coalición de las bolsas negras>> porque versiones sin confirmar dicen que varios concejales fueron vistos saliendo del edificio de la Administración con talegos oscuros en la mano.

El concejal Alejandro Char no discutió ni votó esas propuestas.

La empresa que recibió la palomita de nada menos que gestionar y recaudar los tributos de los barranquilleros se llamaba Inversiones Los Ángeles y había sido creada tres años antes por Char Navas y su esposa, Albertina Tina Guerra de la Espriella, con el objeto principal de comercializar productos de agricultura y ganadería”.

Entre Campo Alegre y Caramelos a Los Nule.

Capítulo 4 del libro.

“Por esos mismos años, entre 2002 y 2005, como constructor privado y por su lado, Alejandro Char compró unos lotes a una urbanizadora y edificó dos conjuntos residenciales. Lo hizo sobre la ladera de un barrio barranquillero estrato medio llamado Campo Alegre, en donde también construyeron otras cinco firmas. El ingeniero Char construyó unos 600 apartamentos, que no costaban más de 50 millones de pesos y pudieron levantarse gracias a una decisión de la administración del alcalde Humberto Caiaffa, a quien Fuad Char había respaldado en campaña. Aunque Ingeominas había advertido que en los terrenos se venían presentando deslizamientos desde los años 70, la alcaldía modificó el Plan de Ordenamiento Territorial para volver urbanizable la zona. «Alejandro Char & Cía construye tu felicidad» , afirmaba una de las propagandas que sobre esos proyectos se pasaban por la radio aquellos días. Cuando en 2008 llegó por primera vez a la Alcaldía de Barranquilla, y arrancó por fin en las Grandes Ligas de la política electoral, no faltaba mucho para que se vieran los resultados cuestionables de esta etapa del Alejandro Char constructor y contratista.

Entonces, ya habían empezado a quebrarse como galletas las paredes, pisos y techos de varios de los apartamentos de Campo Alegre, al punto que algunos terminaron cayéndose por completo después de la evacuación de sus residentes”

El primer caramelo se lo dió Char a los Nule.

Capítulo 4 del libro.

“El mismo año 2008 en que Guido, Manuel y Miguel Nule ganaban en la capital los grandes contratos con los que llevaron a cabo ese desfalco allá – y los proyectos nacionales en los que eran socios de Char entraban en jaque por desfinanciación – la recién nacida Administracion chartista preparaba dos caramelos millonarios para los primos Nule en Barranquilla.

El primer caramelo se los dio el gobierno de Alejandro Char a los Nule un martes de Carnaval. Ese es el último día de la celebración, cuando media Barranquilla está enguayabada durmiendo y la otra media está bailando en el entierro de Joselito Carnaval, que con su muerte pone fin a la fiesta bajo la promesa eterna de volver el año entrante.

En esa fecha, el Transmetro, como se llama el sistema integrado de transporte barranquillero, no estaban en modo carnaval. O, quizás más preciso: vivían su propio carnaval. Aquel martes la empresa llevaba a cabo la audiencia para adjudicar la concesión a 20 años del sistema de recaudo de los buses y escogía como ganador una promesa de sociedad futura de la que, con un 30%, hacia parte una de las principales compañías del llamado Grupo Nule.

El periodista Felipe Romero, quien lo detalló en su libro El cartel de la contratación, destaca que el proceso se adelantó a pesar de que uno de los abogados asistentes advirtió explícitamente al viceministro de Transporte, Gabriel García Morales, que las exigencias de la evaluación técnica parecían hechas a la medida de un solo proponente. Pero eso no importó. Al final hubo hasta foto feliz de los ganadores con el propio viceministro Morales. El corrupto viceministro García Morales, mejor dicho, pues es el mismo que meses después le recibiría una coima de 6;5 millones de dólares a Odebrecht, a cambio de adjudicar a esa multinacional brasileña el contrato de la Ruta del Sol II, por el que también pujaban los delincuentes Nule”

El otro de otros caramelos…

Capítulo 4 del libro.

“Poco antes de entrar en la contienda electoral, Alejandro Char cedió a una empresa de los Nule su parte en un contrato público que se había ganado con el distrito de Barranquilla. Se trata de un negocio de poco más de 27,000 millones de pesos, que se adjudicó en una licitación en 2006 para construir la esperada Aveenida del Río, la obra con la que la ciudad comenzó a volver su cara hacia el Río Magdalena.

Muchos años después, cuando esta iniciativa de volver al río ya era el majestuoso malecón por el que el charismo saca pecho, los estrategas de comunicaciones del Clan establecerían en la versión Rosa de que Alejandro Char se imaginó ese proyecto un día, lo dibujó en una servilleta y lo compartió con su equipo como su gran sueño. La parte que a veces no se cuenta es que su inicio en ese camino fue como contratista de unos trabajos adjudicados durante la administración de Guillermo Hoenesberg que Char cedió a los Nule y después presentaron retrasos”.

Todas las formas de contratación del charismo han sido utilizadas en la Isla de San Andrés a excepción de una: el modelo de “crédito proveedor”.

Hasta allá no llegó la astucia de “Nene Doc”, sus asesores y sus “Tonton Macoutes”.

Lo veremos en nuestra próxima y última entrega. Más algo más…

Como todos envejecemos y nos morimos: Los últimos días de Nene Doc en Puerto Príncipe, Haiti, a su regreso del exilio.
Acerca de alvaroarchbold (229 Artículos)
Abogado Universidad del Rosario, Especializado en sociologia jurídica con enfásis en sociopolitica de la Universidad de París II Panthéon-Sorbone. Ex-gobernador del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

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